No pierdas tiempo, estamos en el alargue
- Camila Monsalves Quezel
- 29 jun
- 3 Min. de lectura
Desde que empecé a caminar con Jesús, la vida ha cambiado un montón. Desde maneras de percibir, sentir, procesar y hasta de sostener. Es como si Dios me hubiera presentado mil otras formas de hacerlo mejor y es que claro, lo estamos haciendo a su manera.
Tantas veces concluí en mis infinitas -reflexiones mentales- que la del problema siempre era yo! Por no haber reaccionado diferente, por no haber sabido más, por no haber aprendido distinto e incluso hace poco recordé una conversación antigua que tuve con un ex: "tendrías que volver a nacer para que esto funcionara", me dijo... y yo pensaba: que heavy porque hace algunos meses volví a nacer... en Cristo (eso te permite el cristianismo | 2 Corintios 5:17) y estoy segura que por más cambios que hiciera en mi vida, nunca hubiese sido suficiente para esa persona, pero sobre todo nunca lo sería para mí porque algo hacía falta... por no decir todo.
Y entonces llega el Señor de Señores y lo invito a mi mesa y de pasada a transformar mi vida y caigo en la cuenta de que si en serio se lo permito, Dios podría cambiarme tan radicalmente que apenas yo recordaría quien fui antes, pero sobre todo eso, si dejo que Dios obre en mí, seré testigo de como hace milagros en cada parte de mi ser.
Así que no estaba tan lejana de la realidad en todas esas reflexiones, efectivamente pude haber hecho muchas cosas distintas, pero aunque haya probado ochenta mil más, si en ninguna de esas tampoco hubiese incluido a Dios, entonces nada habría cambiado realmente.
Y es cierto eso que dicen!! para Dios no existen los imposibles aunque para nosotros -los humanos- llenos de carne y anhelos, lo inimaginable parece más utópico de lo que puede sonar y parecer, como lo era para mí dejar el pasado atrás, nacer como una nueva criatura y obviar quien fui, es que es de no creer!! Hasta que lo superficial dejó de ser importante, hasta que los círculos que frecuentaba dejaron de estar, mis prioridades y todo a mi alrededor cambió, incluso la música y mi forma de orar, el centro de mi presente tenía nombre y honor, su nombre? Jesús.
Me emociona decirlo, pero en serio Él es capaz de recuperar el corazón más destrozado y hacerlo latir de nuevo y en absoluta paz (los testimonios sobran en internet así que te invito a googlear), pero mi fe es tan grande que la verdad, no tengo ninguna duda de su tremendo poder. Pero el hecho de que no dude de su fuerza, no significa que sea fácil entender como Dios obra... aunque me esfuerzo porque una es curiosa, oye.
Este último tiempo le he permitido abiertamente a que me guíe y me restaure, uno de mis más recientes entendimientos ha sido: el quebranto como oportunidad de humildad.
Nuestro amado Dios requerirá de nuestra absoluta confianza hacia Él para poder obrar en nuestros anhelos y dolores, asimismo que podamos servir en su voluntad y no lo hará sin antes purgarnos como amerita cada espíritu para nacer verdaderamente como hijos de Él.
Nos querrá mansos, humildes, llenos de su bondad y amor y por supuesto, receptivos a su dirección y ninguna antigua versión que desconocía el poder de Jesús será útil. Cada parte de tu pasado que no tenga lugar acá, deberá irse... y a ese quebranto me refiero porque cuando renuncias a cualquier deseo o fantasía de tu carne, cuando permites que eso se triture, es que permites que Dios restaure y te transforme, te erijas nuevo, limpi@ y en Él! Confiando en su palabra y promesa, la promesa de que Él todo lo puede, de que con Él nada te faltará y esa sumisión y en verdad que máxima humildad de recibirlo a Él en tu interior es tu regalo más preciado en la Tierra.
El quebranto te hace pequeño, sí, pero sobre todo te hace libre y esa salvación solo será otorgada por el Rey de Reyes, cuando permitas que acceda a ti... no digas que no te lo dijeron!! Pero sobre todo, es imperativo que sepas que existe otra forma de vivir y es junto a Él. Pd: no pierdas tiempo, estamos en el alargue!









Comentarios