Punto de inflexión
- Camila Monsalves Quezel
- 30 abr
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 4 may
Hace un año atrás o un poquito más, comenzaba uno de los caminos más intrépidos que he vivido y aunque en ese momento no tenía idea, lo cierto es que sí tenía mucha necesidad.
"Hola Nacha, me gustaría trabajar en esta terapia la desconfianza... la verdad es que me cuesta mucho confiar en los demás".
Recuerdo perfecto que en la segunda sesión descubrimos el origen de un trauma que me siguió por 20 años más o menos ¿Lo puedes creer? no solo el tiempo, sino regirse por un hecho tan desgarrador, que el resto de las decisiones estuvieron basadas en esa herida emocional... simplemente insólito... es que ¿cómo?
Después de que terminamos esa sesión, me tomé un baño de tina y lloré tanto, taanto, tanto... Me culpé por haberme arrastrado a dolores tan fuertes, por no haber sido capaz de sostenerme y quererme un poquito más ¿Pero qué más podía hacer? Lo único bueno de ese momento es que algo en mí creía que podía aprender a cuidarme y vivir mejor y ahí empezó todo.
Entre medio la vida siendo la vida, una que otra fisura, desafíos, oportunidades y semana a semana seguía trabajando mi inteligencia emocional, pero nada fácil debo decir. Recuerdo que no fui capaz de decirle a una amiga que me dolió que no me invitara a su cumpleaños y como las dos estábamos lo suficientemente dañadas, ese malentendido nos alejó al punto de no hablarnos más ¿En serio? MUY en serio.

Que tontera ¿cierto? Pero callarse los sentimientos, las palabras y lo que sea que nos de temor enfrentar es más común de lo que nos gustaría. El tema con ese temor es que es demasiado ruidoso también y en mi caso, cuando empecé a comunicar en voz alta lo que no me gustaba o cómo algo me hacía sentir, extrañamente empezó a tener sentido... empezó a tener valor. Además, todo lo que guardamos de alguna u otra forma sale a la luz y acá abro paréntesis, pero una manera sana de sacar lo que guardamos, es llevarlo a terapia! PUCHA que hace bien, cierre paréntesis :)
Mi psicóloga me animaba a establecer límites, a decir si algo no me parecía, pero a mí me daba pánico!! Y cómo no? Si se detonaba mi herida de abandono y yo no quería perder a quienes quería, me aterraba porque en general me cuesta forjar vínculos, entonces prefería evitar conversaciones incómodas y era mejor seguir una mentira y a la vez sentirme inquieta ¿Era mejor realmente?
Eso hasta que otra de mis grandes amigas fue mamá y comprendí que yo estaba en otra! Lo más cercano a un hijo era mi perrito o mi emprendimiento, pero bebés? No era para nada mi idioma. Y lo que pasó es que me empezó a quedar grande la amistad y preferí dar un paso al costado y entonces esta buena amiga me dice: "Amiga, olvídalo, estamos en caminos distintos, sí, pero aprendamos a vivir en nuestro presente" "Te quiero, me importas y no te quiero perder" Y yo me puse a llorar porque llorona, pero también porque fue una muestra de amor muy pura y me enseñó que un vínculo se puede reconstruir y sí, desde ese día la Coni subió un peldaño y se ganó el título de mejor amiga porque fue verdaderamente una gran amiga... me demostró su amor a través de la compasión, de la empatía... yo no tenía otras herramientas para enfrentarnos, pero ella sí y con su grandeza y generosidad me demostró que había otra forma de quedarnos juntas... mi amiga❣️
Y mientras algunos participantes salían de la carrera, entraban otros y así hasta fin de año, donde NUEVAMENTE perdí a dos grandes partners (uno se veía venir porque aunque me encantaba el sabor, era un chicle estirado a más no poder :) ), pero a mí otra partner no!! Y eso sí que no lo vi venir, sobre todo porque también a mis ojos, fue un malentendido. Lo bueno es que me estaba fortaleciendo lo suficiente como para poder conversar las cosas y ofrecer una segunda oportunidad, un "hagamos esto distinto". Sin embargo escuché un "se activó mi sentido de alerta, no puedo" y aunque yo solo pude mirar una niña que se cubría los ojos y no quería sufrir (al verlo, me vi también... a la Cami de un tiempo atrás), lo que siguió además de compadecer, fue aceptar y está bien, muy bien de hecho.
Entendí muy rápidamente que la ausencia de herramientas emocionales da paso a vacíos que quieren pasar desapercibidos, pero terminan haciendo eco y nos exponen, nos segregan, nos debilitan y que por eso es importante nuestra salud mental y cuidarnos... me atrevería a decir que siempre somos nosotros quienes ponemos la piedra para tropezarnos.
Por otro lado, obvio que se vale partir y no querer quedarse; así como también se vale permanecer e intentarlo. Se vale temer a sufrir y se vale apostar por sanar. Cada quien elige de qué forma desplegarse en su presente, pero algo me quedó claro con respecto al valor que le damos a nuestros sentimientos y es que mientras más sentido tenga aquello que nos remece el cuerpo, la mente o el corazón, desde el cuidado y amor, más valor tiene nuestra presencia y las de alrededor.
Hoy en mi sesión de cierre (porque me dieron de alta) eh eh eh🎉 le dije a la Nacha: no sabía que yo valía tanto hasta que pude verbalizar mis sentimientos y que al comunicar lo que siento desde el respeto, se transforma en una instancia de absoluta autenticidad!! Algo así como: me importa lo que siento y deseo que lo consideres porque me interesa que te quedes, verdad?
Ciertamente la desconfianza que yo sentía solo revelaba que yo no hablaba con la verdad...pero ya no es necesario mentirnos más :). Y aunque aún no me toca confiar en alguien nuevo, me ilusiona pensar que tal vez puedo querer mejor a quienes están en mi vida hoy y a quienes estén por llegar también :) Es que ya me veo de mamá!! siendo la más amorosa🥹 jaja ¿Algo mejor que amar bonito? I don't think so
Me alargué, perdón!! Pero eso es lo que pasa cuando llegas un punto de inflexión en tu vida!! Espero que también te subas a este escalón porque UFF que se respira aire fresco, aire de: oye, que rica esta vista despejada, sin miedo a nada y con todo por delante jaja
Camila✨









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